¡Oye! No ayudes a
enterrar mi amor,
no les acompañes en
sus risas,
no cruces la línea que
separa la frialdad del dolor.
¡Oye! No des pie a
que registren nuestros recuerdos,
que no averigüen como
amanecía el sol,
no les cuentes de
nuestros sueños ni desacuerdos.
¡Oye! Solo diles que mi
ausencia se debió a fuertes vientos
que marchitaron rincones
abisales tan profundos…
como dos corazones
heridos de sentimientos.
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