Vil repelente
Todavía
conservo tembloroso mi corazón de guerrero,
es
mi peor momento, es mi más áspera y mayor espina,
se
contagia por mi cuerpo y al elevarse se inclina
haciendo
dolorosa esta labor del amor en el cruel tablero.
Tus
labios sufren la rabia, se aprietan como pechina
haciendo
el odio eterno e irrompible como el acero,
secuencia
de rencores por un desamor en forma de aguacero
regalando
lagrimas envueltas en espesa neblina.
De
todos los barrancos que penden en la conciencia,
el
nuestro marca con furor incontenido e insolente
ese
sabor agrio que sobrepasa el límite de la demencia.
Desde
siempre este amor insípido e insuficiente
nos
puso un muro impenetrable, rayando en la indecencia
y nuestro
amor dejó de germinar como un vil repelente.