miércoles, 12 de agosto de 2015

Inconsciente
Hay música de lobos que ronronea en el recuerdo,
se esparce irisando como el nácar excitando la memoria
mientras un cantor codicia los ritmos de forma aleatoria
se apodera una rabia en el alma y un grito que dejó de ser cuerdo.

Amor pervertido o desamparado, sin destino, trasnochado,
accede desde su torre de vigía a ese corazón ardiente,
tan solo encuentra una frialdad sombría e intrascendente,
criatura salvaje de música decadente y un sentimiento marchitado.

Galopando como un poseso entre hordas celestiales,
suena el blues que mancilló el honor de la mañana,
suena el terror de lagrimas perdidas en una copa de champaña,
mi capa de color burdeos se enterró sin alamares.

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