DE OFICIO, PERDEDOR
Sonríe,
mi corazón y comencemos,
no
dejemos que el amor se haga ruina,
no
permitamos ver como todo termina
y
acabar con este amor que los dos queremos.
Cierto
es que somos dos corazones extremos,
que
tu y yo a la mañana le ponemos espinas,
que
en la tarde arrastramos los lamentos por las esquinas,
pero
a la noche le regalamos momentos supremos.
Este
sentimiento cada vez mas desobediente
se
niega a una pauta dulce y serena
versátil
y casi nunca valiente.
Pero
mi oficio es amarte, bella sirena,
sin
mordazas ni nudos, ardientemente
y
mi esperanza es beber de tu piel morena.
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