SANA,
REMOTA
Me
arde la boca,
se
me queman las palabras.
Apenas
sin aire en los pulmones
me
quito la corbata.
Canto
con las ultimas esquinas
la
elegancia de un cutis tan fino, de plata.
Ella
se quitó el vestido
y
yo perdí la cordura, inquieto.
Ni
rosas ni almas tranquilas,
solo
tu voz me sonaba en el oído.
Pena
limpia, siempre llora sola,
que
madrugada sana y remota.
Se
empeña la inmensa noche
en
poner recodos a la aurora.
Los
planetas giran confusos
en
el interior de la alcoba.
Hoy
el día se va despacio,
se
va cruzando la rivera.
Y
yo agoto mi tiempo
entre
el sol de primavera.
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