martes, 15 de agosto de 2017

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Pero amaneció el día
sin que nada cambiara de color,
durmió la noche con el alma oscurecida
y los sueños repletos de dolor.

Miro hacia atrás
y veo las flores ausentes,
sin rostro, tenues, pálidas,
marchitas e intrascendentes.

Hasta la aurora dejó de ser fiel,
abrió los brazos a las puertas del cielo,
dejando la boca un regusto a hiel,
una pesadumbre boqueando por el suelo.
Me quemo al clarear la vida,
maldita pesadilla envuelta en frio,
el techo de la noche me dejó aturdida,
necesito dormir sin este escalofrío.

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