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LA DIRECCIÓN
Pero
amaneció el día
sin
que nada cambiara de color,
durmió
la noche con el alma oscurecida
y
los sueños repletos de dolor.
Miro
hacia atrás
y
veo las flores ausentes,
sin
rostro, tenues, pálidas,
marchitas
e intrascendentes.
Hasta
la aurora dejó de ser fiel,
abrió
los brazos a las puertas del cielo,
dejando
la boca un regusto a hiel,
una
pesadumbre boqueando por el suelo.
Me
quemo al clarear la vida,
maldita
pesadilla envuelta en frio,
el
techo de la noche me dejó aturdida,
necesito
dormir sin este escalofrío.
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