Nuestros sueños deciden soliviantarnos primero,
cuando estalla el gesto con amarga disciplina,
es mi peor momento, es mi mayor espina,
llega mi despertar como un cuervo mensajero.
No viajaré a nuevos mundos sin arreglar el mio primero,
esta sombra me horada como la boca de una mina,
porque es la palabra de un hombre que su mente camina
hacía una destrucción real de lo falso o verdadero.
Huyen vanos y alados estos sueños sin clemencia,
detestada incertidumbre que me desata fria e insolente,
esta negación que cansada revive mi conciencia.
Ni siquiera la nieve sabrá domar mi mente,
juzgame hasta que tus insultos acaben con mi sentencía,
pero es un largo camino que me mata lentamente.
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