La
fuente que creíste que jamás se termina
brota
con virulencia de las grietas ajadas de mi corazón
mezclándose
entre mis venas hasta perder la razón
con
una rabia que supura un fuerte olor a estricnina.
Dejaste
dormir los sentimientos detrás de una esquina,
almacenaste
rencores dentro de un disminuido pezón,
encerraste
al amor en un enorme caparazón
dejando
el alma desvalida y en la ruina.
Pero
esta fuente fluye con suficiencia,
lucha
por cada átomo de amor ardiente
porque
mi vida sin ti no tiene esencia.
Un
cantor ciego clama su balada suavemente
ante
la esperanza de que retorne al alma la conciencia
y
vuelva en ti lo que ahora tienes ausente.
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