Tres años son suficientes de pubertad,
de aprendizaje, de la reparadora vida sin vida al amparo del
desconocimiento de la libertad, que se produce cuando el tesoro de la
cultura queda limitado a los godos, reyes claustrofóbicos y
espíritus apostólicos romanos. Tres años que como por arte de
magia te encasillan como un numero más o por el tropiezo de una
nueva esperanza en el conocimiento.
De rebelde se me puede tachar, lógico
en tiempos de resignación o apatía, o simplemente, miedo. Y ese es
mi tropiezo, pasar de la ignorancia a la rebeldía, sobretodo cuando
se conoce a gentes que como “aparecidos” te cuentan que sí hubo
godos pero que pasaron casi de puntillas, que si hubo reyes, pero
todos tenían una extraña “enfermedad” y que la iglesia, si,
pero…que para aceptar que la tierra era redonda, primero quemaron a
unos cuantos.
Fuera de toda lógica, y a la vez
tan maravillosamente peligroso, tan grotesco para los demás, que el
mero hecho de dar a conocer las ideas, aunque mínimas, se convertían
en un cuchillo apuntando siempre al corazón. Y eso, acrecentó mas
los problemas, que si antes eran continuos en casa, ahora serian
eternos.
Tratando de explicar el porque,
todo el clero se mofa,
plano es el horizonte,
alegan,
como el contenido de esta
estrofa.
¡Arderás en la hoguera,
hereje!
por profanar la ley
divina,
no te das cuenta insensato
que así perderás la
vida?.
Si fuera redonda la tierra
los de abajo caerían
a los confines del
infierno?
¡deja de decir tonterías!
Grave es el discurso y
por eso morirás mañana,
¿lo llamas gravedad a la
caída de una manzana?
Tal alegato esconde
ideas que satanás ronda,
“el creador convencerá
a todos
de que la tierra no es
redonda”.
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