martes, 16 de agosto de 2016

                                                                          XVIII
Y era excedente de cupo, o al menos lo fui durante una semana, porque siete días después un telegrama me puso en mi sitio y me encontré camino de un destino sospechoso por mis andanzas, Nuestra Señora de los Dolores se llamada el centro para el cual fui destinado, lejos, muy lejos de casa, de los problemas ocasionados, también de los perdona vidas que con mangueras enormes te refrescaban la mente y te hacían temblar de frio y de miedo en aquellos zulos con vistas al patio donde los caballos entrenaban para cocear a los insurrectos. Aquellos que coartaban los derechos, para quienes la palabra libertad tan solo formaba parte de un soneto y subidos a los jacos te aplastaban como a insectos, para quienes el nacer en rebeldía es sinónimo de muerto, aquellos rancios mastuerzos flirtearon con la dictadura y nos dejaron con lo puesto.


Ya vienen a devorar la tierra y cuanto hay en ella,
la ciudad y cuantos la habitan, el estruendo de la guerra,
el mal es sin remedio la angustia de mi pueblo,
estoy cubierto de luto y apoderado de mi el miedo.

Tan fuerte es la ruina, tan duro los desalmados,
pasó el verano, se acabó el otoño y no hemos sido salvados.
no queda donde esconderse, quebrada esta la alianza,
llagas de cuantos habitan, ruina sin esperanza.


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