De vuelta a la tirania politicastra, a la ominosa lacra de la corruptela, de palabras vacias con bolsillos llenos que saturan el mercadillo de la carrera de san Jeronimo, que dicho sea de paso este insigne santo se fué al desierto (tomen nota los vecinos acomodados de dicha calle), a curar sus pecados. O esas enormes efigies de bronce que custodian energicamente a los que allí, hoy en dia se refugian por los desagravios que cometen diariamente al pueblo,(leones de bronce con aspecto feroz, fundidos despues de las guerras africanas para el regocijo de las masas), vuelvo incombustible y renovado, con el animo maquillado y la ironia custodiada por dos testiculos cualificados.
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