Escuchad
atentamente mis palabras,
dadme
siquiera este consuelo,
tolerad
que hable,
¿es
de un hombre de quien yo me quejo?
¿o
del reptil convertido en hombre?
Maldigo
al que vomita riqueza dulcificando la maldad bajo su lengua,
maldigo
al que para reparar un daño devora todo lo que hay a su alrededor,
maldigo
al orador que desde lo alto del pulpito reprime la libertad de los sentidos,
maldigo
al hambre y al tirano, al frustrado,
maldigo
las fosas comunes y al ídolo de barro, las lenguas de doble filo, al inhumano…
maldigo
a los desahogados.
Separar
la paja del grano, es el respiro del alma de los vejados.
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