Entre las multitudes se esconde un olor a pudridero
como un cubil de cristales rotos sin disciplina,
extraños que dan vueltas proclamando la ruina
de una patria arruinada con sabor a estercolero.
Tendré que resignarme a este trozo de pan perdido en el sendero
y a este acido pellejo que cuelga descarnado de la misería supína,
que nos han metido en esta encrucijada pérfida con sordina
todos los encorbatados con gomina, creando una eterna cuesta de enero.
Cuando el temblor se inicia y demanda desobediencia...
todos estaremos sin duda en el lado de los disidentes,
defendiendonos del acoso de esta élite sin conciencia.
Lo que nos piden es realmente vicioso y repelente,
solo estos políticos inquietantes de mente sin decencia
nos hacen este regalo mezquino...¡yo me declaro insurgente!
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