REQUIEBROS
Nuestros
sueños deciden desquiciarnos primero,
sensaciones
que se encargan de enamorarnos sin morfina,
lindo
y flujo voraz que nos corroe como arena fina,
cuando
al fin estalla ese corazón, encharcando el sendero.
Sueños
que descargan con suficiencia amor por cada poro,
como
si de ello dependiera el clímax cuando estamos en la cima
de
sentirnos por encima de ese cielo que culmina
el
tormento de sentir la lejanía de aquel que quieres con fervor severo.
Vencido,
resignado, abatido por la cruel distancia,
atroz
despertar de este sueño que alarga su huso ausente,
quiero
tenerte y masticar tu presencia.
Espero
tu llamada con ese fuego en estado latente
que
me adentre en tu corazón, casi al borde de la clemencia
porque
este requiebro tiene un semblante inocente.
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