Para
los que sólo hemos conocido esta miseria, esta España languideciente,
que se revuelve entre convulsiones, intoxicada entre su propia
porquería.
Ya casi cadáver, después de haberse emborrochado de sí misma...
Ahí la veo, tirada en la calle, muriéndose de pena y de frío...
Me da la mano y me dice: "Los héroes clásicos reflejados en los espejos
cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo
puede darse con una estética sistemáticamente deformada."
Y yo
le digo, mientras mi mano esté junto a la tuya, al menos, tendrás mis
palabras, las mismas que tú me diste, cuando el mundo, entre temblores,
quería arrebatarme de tus brazos.
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