martes, 5 de julio de 2016

IV

Casi de puntillas había pasado mi séptimo cumpleaños, y en aquella primavera tenia que ocurrir el gran acontecimiento de mi niñez, me preparaban para la primera comunión. Aquella sensación del antes y el después, de acostarse rebelde, de que hasta entonces mi vida había sido ilusoria, llena de despropósitos, infame en las formas (joder, sólo era un niño) cambiaria rotundamente al despertar a la mañana siguiente.
En los días anteriores al acontecimiento, mi casa hervía ferozmente, tanto preparativo tenia exhaustos a mis padres, entender aquello era casi imposible para un personaje como yo que esperaba su gran momento.
Susurros, rumores, que a veces se convertían en gritos, luego silencio, mas tarde el llanto de mamá ¿porqué lloras? Por nada, porque estoy feliz, me contestaba. No tenia capacidad de comprensión y tampoco quería tenerla, solo quería mi comunión.
En la víspera del acontecimiento me trajeron el traje –mira Paquito, es de marinero, ¿te gusta?- era genial, todos los niños vestiríamos de marinero, hasta aquel sábado nada sabia de mi traje, tiempo después me entere que la portera (dudoso honor de ser mi madrina) se lo había dejado a mi madre para el evento, por primera vez seria un hombrecito, llevaría pantalones largos…pero no eran del todo largos, aquella cosa no me llegaba a los tobillos.
Mañana del domingo, todo eran prisas, y a la iglesia, ¡que trago! No importaba, ahora vendría la fiesta, bocadillos, bebida y tarta, si hubo regalos no me acuerdo porque horas mas tarde sí hubo un antes y un después en mi primera comunión, mi padre preso de la bebida era ingresado en Ciempozuelos con delirium tremens a causa del alcoholismo, y todos en aquella casa quedamos marcados, el día después había comenzado…
 
Estoy hastiado de justificarte
y quiero dar libre curso a mis quejas;
¿tienes acaso ojos de hombre?
¿ tus días son los de un mortal?
¿sufres en tus carnes nuestro coraje?
¿y el dolor de las tripas por el hambre?
¿por qué consumes por igual al inocente y al culpable?
¿por qué tengo que justificarte?.

Soy inocente de la multitud de palabras
que salen por mi boca, porque no van a tener respuesta,
y aunque no quiera ser inocente de nada,
defenderé mi conducta ante tan vacía mirada,
no quiero un juicio de faltas, no,
quiero el mismo silencio de ayer para mañana.

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