IX
La fortuna también toca a tu puerta,
la inmensa mayoría de las veces pasa tan despacito, tan en silencio,
tan etérea que apenas la distingues, pero a mi gente la fortuna le
llego a gritos, con desatada pasión. Gracias a que mi madre
trabajaba en casa de un señor de la vivienda y que en San Blas
estaban haciendo pisos, pues tocó la lotería, y pasamos de una
chabola a un lugar que para nosotros era magia…Ahora solo nos
faltaba crecer, esperar que la vida dejara de maltratarte, sufrimos
la metamorfosis de la vivienda, pero nada cambió respecto a tiempos
pasados, los corazones desechos deambulaban libremente, solo era
cuestión de tiempo el crecer y huir de paredes que se movían,
manantiales en las sabanas o luchas entre indios y americanos. La
gloriosa calle de pronto empezó a quedar en el olvido…
Horror de las gentes,
miedo y miseria,
llega el castigo,
estruendo de guerra,
roto en pedazos, inmensa
ruina,
moradores del infierno,
caos en la tierra.
Duerme el hombre un
profundo sueño,
en supina postura la
muerte le espera,
quiere escapar de esta
vida perversa,
donde la paz y el amor son
pura quimera.
Huida cobarde ¡sálvese
quien pueda!
ni el llanto de un niño
retrasa sus maneras,
tienen que ponerse a salvo
más allá de las
fronteras.
Mientras sueña nada le
turbará,
será como si nunca
hubiera existido,
en el campo de batalla
nace una flor,
será la esperanza en el
último suspiro.
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