miércoles, 20 de julio de 2016

IX
La fortuna también toca a tu puerta, la inmensa mayoría de las veces pasa tan despacito, tan en silencio, tan etérea que apenas la distingues, pero a mi gente la fortuna le llego a gritos, con desatada pasión. Gracias a que mi madre trabajaba en casa de un señor de la vivienda y que en San Blas estaban haciendo pisos, pues tocó la lotería, y pasamos de una chabola a un lugar que para nosotros era magia…Ahora solo nos faltaba crecer, esperar que la vida dejara de maltratarte, sufrimos la metamorfosis de la vivienda, pero nada cambió respecto a tiempos pasados, los corazones desechos deambulaban libremente, solo era cuestión de tiempo el crecer y huir de paredes que se movían, manantiales en las sabanas o luchas entre indios y americanos. La gloriosa calle de pronto empezó a quedar en el olvido…


Horror de las gentes, miedo y miseria,
llega el castigo, estruendo de guerra,
roto en pedazos, inmensa ruina,
moradores del infierno, caos en la tierra.

Duerme el hombre un profundo sueño,
en supina postura la muerte le espera,
quiere escapar de esta vida perversa,
donde la paz y el amor son pura quimera.

Huida cobarde ¡sálvese quien pueda!
ni el llanto de un niño retrasa sus maneras,
tienen que ponerse a salvo
más allá de las fronteras.

Mientras sueña nada le turbará,
será como si nunca hubiera existido,
en el campo de batalla nace una flor,
será la esperanza en el último suspiro.

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