martes, 12 de julio de 2016

VI

Si soy todo de ti, porqué me alejas?
si me pariste madre, porqué airada
me niegas el fulgor de tu mirada y
entre escombros de luz solo me dejas?
¿Quién puso en nuestro amor furias y rejas?
quien sembró de cuchillos mi pisada y
te colgó de un alba ensangrentada en
que amenazadora te reflejas?
Malmaridada madre que me diste
un padre de cólera y viento,
brotado como un toro de la nada.
No fue entrega la tuya,
te rendiste con tristeza y con sangre y
tu tormento duele como una antigua cuchillada.


Fue obsequiada con un hombre feroz, ocupado y preocupado por tener una vida al margen de sus obligaciones, irresponsable con su propio cuerpo, alejado de la rutina del hogar, enquistado en la violencia, siempre verbal y a veces física, depredador de cantinas y bares, consumista hasta la extenuación del dinero ganado para alimentar a su familia.
Mientras ella agotaba las rótulas de sus rodillas fregando escaleras.
Como otro día cualquiera…no había leche de cabra, tampoco queso ni mantequilla que a veces con la ayuda de la iglesia traían a casa, otro día a la cama con un trozo de pan con aceite y azúcar, igual mañana tendríamos un poco mas de suerte, sobretodo por las alianzas entre mi hermana la mayor y yo –que a la mediana se la llevaba mi madre a trabajar y la traía bien alimentada-había días que mi madre dejaba dos pesetas para comprar en los ultramarinos algo de comida para los dos, pero teníamos una debilidad, por aquella época había una colección de cromos (rin tin tin) y en lugar de comprar alimentos, comprábamos tres sobres y con los cincuenta céntimos restantes los recortes del embutido, ¡oye! Funcionaba.


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