Cuando
habla el corazón todo se vuelve extraño,
nace
un flujo voraz que lucha como un guerrero,
los
nervios se instalan, siendo un hirviente hormiguero,
fundiendo
la rutina como si fuera estaño.
El
musculo se vuelve frágil e hilarante,
los
labios inertes se pueblan de espuma,
las
emociones golpean como garras de puma
haciendo
el día a día frenético y delirante.
Reclamos
del corazón llenos de sangre caliente,
que
hacen insuficientes el caminar con disciplina,
envolviendo
la inquina y la razón en naftalina,
poniendo
los sentimientos en un estado latente.
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