sábado, 5 de abril de 2014



Vil repelente
Todavía conservo tembloroso mi corazón de guerrero,
es mi peor momento, es mi más áspera y mayor espina,
se contagia por mi cuerpo y al elevarse se inclina
haciendo dolorosa esta labor del amor en el cruel tablero.

Tus labios sufren la rabia, se aprietan como pechina
haciendo el odio eterno e irrompible como el acero,
secuencia de rencores por un desamor en forma de aguacero
regalando lagrimas envueltas en espesa neblina.

De todos los barrancos que penden en la conciencia,
el nuestro marca con furor incontenido e insolente
ese sabor agrio que sobrepasa el límite de la demencia.

Desde siempre este amor insípido e insuficiente
nos puso un muro impenetrable, rayando en la indecencia
y nuestro amor dejó de germinar como un vil repelente.

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