domingo, 31 de julio de 2016


 XIV


No puedo recordar quien trasladó nuestros enseres al siguiente destino, fuera el medio que fuera, en cualquier caso todo cabía en un cesto de mimbre, el miedo a lo desconocido casi apagaba la ilusión, solo éramos niños y dejábamos demasiado atrás…Cambiaron tantas cosas que el enemigo estaba dentro de ti, y dentro de las nuevas paredes.
Pero eso es otra historia…



Hay un antiguo sendero
ahora cubierto de espino,
de sombras que husmean el camino
y un eco de grito lastimero.

Pero solo es un recuerdo que dictamina
su pobre mente con desespero,
asciende a la cima como guerrero
y baja la senda con el alma mezquina.

Te despediste de la vida, indiferente,
con las manos vacías, sin esencia,
triste en tu huida, insolente.

Perdido en la vereda de la conciencia,
desciendes tu locura por la pendiente,
marchitándose tu caminar sin clemencia.


jueves, 28 de julio de 2016

                                                                                      XIII

Qué caminar tan excelso es la ignorancia cuando compartes una única forma de vida, cuando piensas que detrás de los muros no hay nada, que la tierra es plana, que el hombre forma parte de un juego, que somos un montón de brisa tornasolada, que nacemos porque sí, que vivimos para nada, que morimos en desbandada…que ser útil es un instrumento de tortura de la época de Torquemada. 


Escuchad atentamente mis palabras,
dadme siquiera este consuelo,
tolerad que hable,
¿es de un hombre de quien yo me quejo?
¿o del reptil convertido en hombre?

Maldigo al que vomita riqueza dulcificando la maldad bajo su lengua,
maldigo al que para reparar un daño devora todo lo que hay a su alrededor,
maldigo al orador que desde lo alto del pulpito reprime la libertad de los sentidos,
maldigo al hambre y al tirano, al frustrado,
maldigo las fosas comunes y al ídolo de barro, las lenguas de doble filo, al inhumano…
maldigo a los desahogados.

Separar la paja del grano, es el respiro del alma de los vejados.

domingo, 24 de julio de 2016

                                                                             XI

Antes de salir de Carlos Heredero, que ese era y es el nombre de la insigne calle, ubicada en el barrio de Carabanchel y dejando para el final lo mágico del lugar, detallo el supermercado publico que todos los días nos ofrecía una amplia gama de artículos de alimentación, ropa, muebles y otros varios, hermoso, grande, muy grande,” sin divisiones, todo juntito,” como en el rastro, a revolver y sin clasificar y lo mas importante, gratis. Todas las noches como por arte de magia, pescado, carne, ropa, muebles, zapatos –mi hermana la mediana que era una lince-conseguía zapatos varios, casi nunca eran de su medida, pero ella perseveraba, ”la morena” que así es como la llamaban en casa tenia el don del buen vestir. Los demás buscábamos juguetes y a veces algo de comida, pero mamá nos mandaba “menudo royo” con un cubo a buscar algo de carbón. Bendito almacén publico el basurero…


Nadie tendrá memoria de nuestra obra,
pasará nuestra vida como rastro de nube que envejece,
se disipará la herida por los rayos de sol
que a su calor llora y se desvanece.

Daré rienda suelta a mis labios,
y no por ello cesará el dolor,
mis entrañas odian lo impuro,
arde mi alma por ese extraño calor.

Quiero abrazar la nobleza
nacida de los surcos de la tierra,
antes de entrar en el conflicto
perpetuo del hombre y la guerra.


jueves, 21 de julio de 2016

                                                                                 
                                                                               X

Al final de la calle están las tapias –actualmente es un centro de la Comunidad de Madrid, pero antiguamente era un correccional, lugar donde eran encerrados los chicos que se portaban de manera inadecuada, con lo que éramos sistemáticamente amenazados con entrar allí si nos portábamos mal, -cosas de padres- pero la grandeza de dicho muro para los chicos del barrio era ir a sacar las balas que estaban incrustadas desde la guerra civil española, sin datos para aseverar dicho comentario, pero que los viejos del lugar aseguraban que allí hasta se hacían fusilamientos- ya se sabe “chismes”, lo cierto es que nosotros las sacábamos y las convertíamos en nuestro tesoro, un hoyo en la tierra con ellas debajo y cristales de colores encima, quedaba bonito, era obligatorio dárselas a la guardia civil, pero era nuestro tesoro…


Ciertamente soy culpable,
responsable de ese rostro demacrado
por los llantos que no cicatrizan
los lamentos del tiempo desgarrado.

Que no me perdonen el dolor ocasionado,
guárdenlo en las cámaras del infierno,
como se guardan las estrellas
en las noches frías de invierno.

No renuncio a este silencio amargo,
me consumen los pesares a cada momento,
y aunque busco con ahínco mi pecado…
agoto mi paz interna entre el miedo y el tormento.

Maldigo el juicio de los perversos
por multiplicar sin motivo mis heridas,
porque de lo único que soy culpable
es de vivir apasionadamente mis días.

miércoles, 20 de julio de 2016

IX
La fortuna también toca a tu puerta, la inmensa mayoría de las veces pasa tan despacito, tan en silencio, tan etérea que apenas la distingues, pero a mi gente la fortuna le llego a gritos, con desatada pasión. Gracias a que mi madre trabajaba en casa de un señor de la vivienda y que en San Blas estaban haciendo pisos, pues tocó la lotería, y pasamos de una chabola a un lugar que para nosotros era magia…Ahora solo nos faltaba crecer, esperar que la vida dejara de maltratarte, sufrimos la metamorfosis de la vivienda, pero nada cambió respecto a tiempos pasados, los corazones desechos deambulaban libremente, solo era cuestión de tiempo el crecer y huir de paredes que se movían, manantiales en las sabanas o luchas entre indios y americanos. La gloriosa calle de pronto empezó a quedar en el olvido…


Horror de las gentes, miedo y miseria,
llega el castigo, estruendo de guerra,
roto en pedazos, inmensa ruina,
moradores del infierno, caos en la tierra.

Duerme el hombre un profundo sueño,
en supina postura la muerte le espera,
quiere escapar de esta vida perversa,
donde la paz y el amor son pura quimera.

Huida cobarde ¡sálvese quien pueda!
ni el llanto de un niño retrasa sus maneras,
tienen que ponerse a salvo
más allá de las fronteras.

Mientras sueña nada le turbará,
será como si nunca hubiera existido,
en el campo de batalla nace una flor,
será la esperanza en el último suspiro.

lunes, 18 de julio de 2016

                                                                            VIII  

Tiempos de una verticalidad abrumadora, sin espacio para la utopía, delirante su fantasía por su cruda realidad. No era un lujo la comida, era necesidad, era un hambre de esperpento, de justicia estomacal, de llorar por las migajas aunque el pescado podrido te hiciera sentirte mal. Era una lucha hilarante el dormirte sin pensar lo que nos depararía el mañana, todavía quedaba tiempo para que todo aquello pudiera cambiar…


Volví a hacer el camino
buscando socorro humano,
de nadie encontré ayuda,
todo el esfuerzo fue en vano.


Las tribulaciones me acosaban
y las llamas me envolvían,
el corazón me asfixiaba
las ideas de la mente se perdían.

Tan fuerte sonido levantan
las trompetas de metal laminado,
el hombre yace frustrado,
los querubines a coro cantan.

Altos cipreses sombrean
las tumbas del campo santo,
apagada la luz de la vida,
tinieblas claman espanto.


jueves, 14 de julio de 2016

VII

Una cadena de televisión, consigue de pronto
que la memoria me de otro revolcón,
solo era un recorte de noticia, de las que pasan
corriendo de puntillas, sin mala intención,
pero lo cierto es que cuándo la veía,
las tripas se me estrujaban, y sin querer,
el recuerdo retrocedía desde ahora, a mi niñez.

Corría el año sesenta y tres, ocho o nueve
eran mis años, y en casa poco que comer,
tocaba soltar lastre, no se nos podía mantener,
"así te despegas de las faldas de tu madre" me decían,
la oferta no era tan mala, casa y playa por la cara,
nuevos amigos, gente que te instruye, ostias por que sí,
y me mandan a un lugar a los que no se quiere volver.

Lúgubre donde los haya, pues en lugar de casa, era cuartel,
te cortan el pelo al cero, te desnudan y despiojan,
y te marcan con un número, valido para todo un mes,
aquel dormitorio enorme, donde dormiríamos unos cien,
te asignan una litera con sus sábanas y mantas,
y un tío que te amenaza por las noches
con una vara enorme para que te portes bien.

¿Como te vas a portar mal, si el miedo te ocupa
el cuerpo, te meas encima y no paras de llorar?
en un comedor enorme, tipo cuartel, ¡de verdad!
cantabas el "cara al sol" para comer y cenar,
te ponían aquella mierda, que te la tenias que tragar,
y pobre de ti si vomitabas, porque aquellos
hijos de puta te hacían volver a empezar.

¿Aquello divertido? era instrucción militar,
aquellas tías con cofia nos ponían a fregar,
¡hazlo bien pequeño cabrón! o volverás a empezar,
¡no te salgas de la fila, o en el suelo dormirás!
¡las manos la tienes sucias, te las voy a desollar!
¡en un mes te hago hombre, subnormal!
ese era el día a día de aquella atrocidad.

Pero lo llamaban vacaciones, y nada podías contar,
aquel jodio preventorio, que es como se llamaba el lugar,
solo tenía de bueno un calendario que le quitabas los días
que faltaban para volver a mi casa, de la que nunca
quise faltar, ¡aunque mis padres ni migajas
me pudiera dar! yo con los "recortes" y el
"basurero", me podía apañar.



martes, 12 de julio de 2016

VI

Si soy todo de ti, porqué me alejas?
si me pariste madre, porqué airada
me niegas el fulgor de tu mirada y
entre escombros de luz solo me dejas?
¿Quién puso en nuestro amor furias y rejas?
quien sembró de cuchillos mi pisada y
te colgó de un alba ensangrentada en
que amenazadora te reflejas?
Malmaridada madre que me diste
un padre de cólera y viento,
brotado como un toro de la nada.
No fue entrega la tuya,
te rendiste con tristeza y con sangre y
tu tormento duele como una antigua cuchillada.


Fue obsequiada con un hombre feroz, ocupado y preocupado por tener una vida al margen de sus obligaciones, irresponsable con su propio cuerpo, alejado de la rutina del hogar, enquistado en la violencia, siempre verbal y a veces física, depredador de cantinas y bares, consumista hasta la extenuación del dinero ganado para alimentar a su familia.
Mientras ella agotaba las rótulas de sus rodillas fregando escaleras.
Como otro día cualquiera…no había leche de cabra, tampoco queso ni mantequilla que a veces con la ayuda de la iglesia traían a casa, otro día a la cama con un trozo de pan con aceite y azúcar, igual mañana tendríamos un poco mas de suerte, sobretodo por las alianzas entre mi hermana la mayor y yo –que a la mediana se la llevaba mi madre a trabajar y la traía bien alimentada-había días que mi madre dejaba dos pesetas para comprar en los ultramarinos algo de comida para los dos, pero teníamos una debilidad, por aquella época había una colección de cromos (rin tin tin) y en lugar de comprar alimentos, comprábamos tres sobres y con los cincuenta céntimos restantes los recortes del embutido, ¡oye! Funcionaba.


domingo, 10 de julio de 2016


 V

Una heroína es una mujer ensalzada por su valor y coraje, más o menos es la definición hecha por historiadores al identificar a dicho personaje.
Mi heroína nunca será ni alagada ni ensalzada por escritores ni cuentacuentos, ni se revisará su currículum en ninguna academia de historia, mi personaje simplemente es calor, bondad, fuerza, resignación, cariño, amor, tolerancia, belleza en el corazón, incomprendida por sus actos, y además…mi madre.
Cuando me decidí a escribir me juré a mi mismo no mentir ni alertar a nadie a la hora de ser leído. Pero quien la conoció, dentro de su ser sabe que lo escrito es cierto y que cualquier otra valoración es gratuita y carente de todo rigor.


                                                       Ser huérfano de ti es dolor y honra,
                                                          tu largo camino es mi estandarte,
                                                                  a tanto valor, tanto coraje,
                                                                la muerte es sencilla mamá,
                                                              lo difícil es vivir sin recordarte.


Me sacaste de mi calle, del barro y el lodazal, del basurero apestoso, de los sueños espantosos, huiste hacia delante sin volver la vista atrás.
Juanas de Arco, Agustinas de Aragón, heroínas de leyenda, tú de mi corazón.

martes, 5 de julio de 2016

IV

Casi de puntillas había pasado mi séptimo cumpleaños, y en aquella primavera tenia que ocurrir el gran acontecimiento de mi niñez, me preparaban para la primera comunión. Aquella sensación del antes y el después, de acostarse rebelde, de que hasta entonces mi vida había sido ilusoria, llena de despropósitos, infame en las formas (joder, sólo era un niño) cambiaria rotundamente al despertar a la mañana siguiente.
En los días anteriores al acontecimiento, mi casa hervía ferozmente, tanto preparativo tenia exhaustos a mis padres, entender aquello era casi imposible para un personaje como yo que esperaba su gran momento.
Susurros, rumores, que a veces se convertían en gritos, luego silencio, mas tarde el llanto de mamá ¿porqué lloras? Por nada, porque estoy feliz, me contestaba. No tenia capacidad de comprensión y tampoco quería tenerla, solo quería mi comunión.
En la víspera del acontecimiento me trajeron el traje –mira Paquito, es de marinero, ¿te gusta?- era genial, todos los niños vestiríamos de marinero, hasta aquel sábado nada sabia de mi traje, tiempo después me entere que la portera (dudoso honor de ser mi madrina) se lo había dejado a mi madre para el evento, por primera vez seria un hombrecito, llevaría pantalones largos…pero no eran del todo largos, aquella cosa no me llegaba a los tobillos.
Mañana del domingo, todo eran prisas, y a la iglesia, ¡que trago! No importaba, ahora vendría la fiesta, bocadillos, bebida y tarta, si hubo regalos no me acuerdo porque horas mas tarde sí hubo un antes y un después en mi primera comunión, mi padre preso de la bebida era ingresado en Ciempozuelos con delirium tremens a causa del alcoholismo, y todos en aquella casa quedamos marcados, el día después había comenzado…
 
Estoy hastiado de justificarte
y quiero dar libre curso a mis quejas;
¿tienes acaso ojos de hombre?
¿ tus días son los de un mortal?
¿sufres en tus carnes nuestro coraje?
¿y el dolor de las tripas por el hambre?
¿por qué consumes por igual al inocente y al culpable?
¿por qué tengo que justificarte?.

Soy inocente de la multitud de palabras
que salen por mi boca, porque no van a tener respuesta,
y aunque no quiera ser inocente de nada,
defenderé mi conducta ante tan vacía mirada,
no quiero un juicio de faltas, no,
quiero el mismo silencio de ayer para mañana.

sábado, 2 de julio de 2016


                                                                            III
No hace mucho una ministra propuso pisos de 30 metros para parejas o jóvenes con aspiraciones de independizarse y le llovieron las protestas. La corrala de mi calle, donde yo vivía, tenía varias casas de ese tamaño, incluso algunas eran la mitad de la propuesta, en una de esas estábamos alojados seis, cinco de nosotros (incluidos mis padres) dormíamos en la misma cama, y la pequeña en un capacho encima de dos sillas. El palacete tenía una habitación con cortina que daba al fogón, ese era todo el espacio, además compartíamos el retrete de taza turca con el resto de vecinos. Un barreño en el patio era el aseo, donde mi madre, con piedra pómez, nos restregaba para sacarnos la roña acumulada durante nuestras partidas al basurero. Pero dentro de la casa teníamos otros habitantes que compartían el calor del hogar, ingentes cantidades de chinches incrustados en el colchón de borra que se alimentaban de nosotros hasta saciarse, y encima de nuestras cabezas una orgia de piojos anidaba en cada raíz, procurándonos el placer de rascarnos. Imposible recordar la cantidad de tardes sentado en la banqueta mientras mi madre se daba al noble arte del despioje, aquello sí que era maestría, cada chasquido entre las uñas era otro triunfo para ella, para mí…un aire de independencia.


Extinguido, el cuerpo se hace ceniza,
nuestro nombre caerá en el olvido,
el espíritu se disipará en el aire,
quedará de él un recuerdo desvalido.

Nadie tendrá memoria de su obra,
aunque le bañen de oro la mortaja,
le cubran la losa de guirnaldas
y su epitafio brille como alhajas.

Porque es destino del hombre
agarrarse fuerte a su suerte,
y nacer es el primer paso del
camino sin retorno hacia la muerte.