El final de la crisis
Si solo fuera helada
esta crisis indolente
con un abrigo de
esperanza taparía su incompetencia,
implacable y sediento
este letargo repelente,
este canto al sol
frustrado que invento la indecencia.
Su ofensa se contagia
cuando la burla mira de frente,
el epitafio que luce
en mi lapida reza hambre y guerra,
los huesos que
esconde el ataúd, raídos por la gente,
solo me oculta de
esta innoble vida, un montón de tierra.
Que corran vientos
con sonidos estridentes,
trompetas enquistadas
de apocalipsis con final iluminado,
humanos vagando por
culpa de políticos indecentes,
seres perdidos
buscando el motivo por lo que son desahuciados.
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