lunes, 8 de diciembre de 2014

Atrás quedaron reconquistas, inquisiciones, pestes (algunas de ellas negras, otras de color verde), oligarquías y caciquismo, monarquías totalitarias, autarquías franquistas, pepes botella, reyezuelos de crianza, sociatas y comunistas, anarquistas de poco pelo, latifundistas con criados, falangistas de Calvo Sotelo, dictaduras de un solo huevo y  una iglesia embajadora del recelo, temerosa de los pobres porque no le aportaban dinero.
Ahora la cosa cambia, tenemos una democracia aconfesional y laica, llena de oportunidades e igualdad para todos, gobiernos gestados por el pueblo, elecciones transparentes como el bolsillo de un obrero. Todo eso aporta mangantes de altos vuelos, soplagaitas chusqueros, princesas del pueblo, políticos constructores de aeropuertos, colegas con acceso al parlamento, manifestaciones por falta de dinero, paraísos fiscales para los nuevos bandoleros, gentes que cobran mil sueldos, periodistas con sabor a rellenos. Pero es la libertad que genera el estado de bienestar, del bienestar para gentes de altos vuelos y como no podía ser de otra manera, para el clero, que para el pueblo dejan las sobras y un paro eterno con olor a estercolero.

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