viernes, 6 de abril de 2018

Me regalé la esperanza, los sueños, me regalé una sombra de libertad,
la dudas duraron lo que dura un ladrillo sin pagar,
un espacio entre una incubadora de maternidad y
un pezón seco que me pueda alimentar.
Me queda volar o simplemente morder una esquina y escapar,
ya me rebajé perdiendo el equilibrio entre la vida y el suelo,
las barcas de Caronte van repletas y no puedo con él al infierno viajar
y no hay taxis libres que me suban al cielo.

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