lunes, 3 de diciembre de 2012

Banalidad insoportable

Ensimismado por la opacidad que genera el sistema que nos propone bajadas constantes de tensiones para no hacer demasiado gasto a esta fórmula propuesta por ineptos acomodados que legislan subidos a poltronas más arriba de las montañas del olimpo, consiguiendo que la vida interior sea un afluente a punto de ser agrietado por insólitas emociones renacidas de alguna estación del olvido.
Y es que hemos pasado de una dulce postura acompañada de pétalos de ámbar con sabor a esencia de vida, a una indolente apatía producida por el caos absurdo de paranoicos cuentacuentos que nos venden el recuerdo como si fuera algún fruto prohibido.
Que se me olvidó que ver la luz del mundo es sentirla en el vacío, que la ilusión tan solo es quimera, que el hombre crece vendido, que todo es un proyecto sin resultados positivos, que el hambre es un espíritu corrosivo, que la libertad cuesta mantenerla tanto como el “fuego divino”, que la muerte es el recuento de un tiempo no vivido, que el vivir con estas costas tiene un fuerte olor a podrido.

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